COP 30: Ni fiesta ni fantasía, sino compromiso

En 2019, el Papa Francisco convocó a líderes de la Amazonía para un Sínodo en Roma. En aquella ocasión escuchamos decir: “La periferia fue al centro”. ¡Y supo dar su mensaje! Pasados seis años de ese movimiento de ida, ahora vemos el movimiento de vuelta: el mundo viene a la Amazonía. Esta vez no convocado por la Iglesia —una participante importante—, sino por las Naciones Unidas.

Por: Hno. João Gutemberg Sampaio – Secretario Ejecutivo de la REPAM

Desde el pasado 10 y hasta el 21 de noviembre de 2025, el mundo se reúne en Belém para celebrar la COP 30 sobre el cambio climático. En todo este movimiento que gira en torno a la Amazonía —y que se desarrolla en varios continentes—, ¿cuál sería el gran mensaje? La respuesta es evidente: estamos viviendo una grave crisis climática, y necesitamos salvar, con urgencia, la posibilidad y la calidad de la vida humana en el planeta Tierra, nuestra Casa Común. El horizonte de nuestra reflexión pasa por dos organizaciones a las que pertenezco y que, en la COP amazónica, se relacionan con innumerables organizaciones eclesiales, sociales, políticas y de activismo socioambiental, que se preocupan mucho y pueden contribuir en gran medida a esta conversión ecológica tan urgente y necesaria: la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), con sus representantes provenientes de varios países de la región, y el Instituto de los Hermanos Maristas, que ha decidido participar en este importante evento tanto con especialistas como con 300 jóvenes, profesores y educadores acampados en el Colegio Nuestra Señora de Nazareth.

Así es, todos queremos ser promotores del cuidado de la existencia humana y centinelas en la construcción y en la ejecución de políticas que garanticen la vida en el planeta para las generaciones actuales y futuras. En nuestra labor seguimos la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que manifiesta su profunda preocupación por el cuidado de nuestra Casa Común. De un modo muy especial, tenemos como base la Carta Encíclica Laudato Si’ (LS, 2015), la Exhortación Apostólica Laudate Deum (LD, 2023), ambas del recordado Papa Francisco, y el discurso del Papa León XIV en la celebración de los 10 años de la Laudato Si’, en Castel Gandolfo (2025).

La Conferencia de las Partes sobre el clima, el más alto organismo de decisión sobre el tema, son de suma importancia para los acuerdos y la implementación de acciones que puedan garantizar el equilibrio del clima y, consecuentemente, la vida humana y de todos los seres creados. Sabemos que las diversas Conferencias han generado avances, pero también han sufrido retrocesos. Es lamentable que “los acuerdos hayan tenido un bajo nivel de implementación, porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, revisión periódica y sanción de las violaciones. Los principios enunciados continúan requiriendo caminos eficaces y ágiles de realización práctica” (LS, nº 167 y LD, nº 51).

Es necesario que la COP de Belém logre alcanzar un resultado de implementación referente a la mitigación, adaptación, reparación histórica de pérdidas y daños relacionados con el cuidado de los ecosistemas y, en consecuencia, del clima. Que promueva un financiamiento climático con criterios que realmente respondan y estén orientados y gestionados con la participación de los pueblos. Que considere las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) propias de los pueblos y conduzca a un compromiso concreto en la eliminación del uso de combustibles fósiles. Con nuestra participación en la Cumbre de los Pueblos y en diversas actividades relacionadas con la COP 30, queremos unir esfuerzos para que los países puedan avanzar en la consolidación de las metas y plazos para la mitigación, adaptación y aplicación del financiamiento climático destinado a la reparación y a las pérdidas y daños, así como para que este sea aplicado, implementado y gestionado por las comunidades y los pueblos.

Hay temas importantes que merecen ser destacados, reafirmados y materializados en acciones concretas. Recuerdo algunos de estos temas:

  • La evaluación e implementación de las orientaciones del Acuerdo de París (2015).
  • La efectivización del fondo climático mundial para garantizar que los países más pobres sean subsidiados en su proceso de adaptación y mitigación climática.
  • El avance en la transición energética justa, para que los países definan metas concretas de reducción de las fuentes de combustibles fósiles y el desarrollo de nuevas fuentes energéticas limpias y renovables. Este tema toca directamente a la Amazonía, pues existen diversos casos de grandes impactos socioambientales causados por la explotación petrolera y minera en la región.
  • El combate a la deforestación y el cuidado de los manantiales, mediante la preservación de los bosques tropicales, con la propuesta de “deforestación cero”. Intrínsecamente ligado al tema del bosque está la urgencia del cuidado de las fuentes hídricas.
  • El reconocimiento de los pueblos indígenas, de los pueblos y comunidades tradicionales y de las mujeres, a fin de que los guardianes ambientales sean reconocidos y protegidos como Defensores de los Derechos Humanos y Activistas Ambientales.

Más allá de la toma de nuevas decisiones, la COP amazónica podrá insistir en la metodología y en los procesos de implementación de las decisiones tomadas en esta y en las diferentes Conferencias. Es urgente crear mapas más claros de aplicabilidad de las decisiones. Si somos omisos hoy, “aquellos que habrán de sufrir las consecuencias, que intentamos disimular, recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad” (LS, nº 169 y LD, nº 51). Actuar y participar de las formas posibles y democráticas en la Conferencia de las Partes, aunque podamos celebrar el encuentro, la fraternidad, la cultura y el diálogo, es más importante desafiarnos a nosotros mismos y desafiar a quienes toman las decisiones políticas y financieras a actuar con determinación para garantizar nuestra existencia bajo la óptica del buen vivir. Esto exigirá de todos los habitantes del planeta un estilo de vida más simple, menos consumista, más igualitario y con mucho cuidado hacia el ambiente en el que vivimos y en el que muchas otras personas aún deberán habitar.