Héctor Sueyo del pueblo Harakbut: Son los propios indígenas los que deben de contar su historia

 

Por Jonathan Hurtado (CAAAP)

Héctor Sueyo Yumbuyo es del pueblo indígena Harakbut, del subgrupo Amarakaeri. Es sociólogo, tuvo a su cargo la Dirección Desconcentrada de Cultura de Madre de Dios. Por varios años se dedicó a recopilar las memorias de su padre, ‘Sontone’, quien permaneció hasta su juventud en situación de aislamiento. El resultado: Soy Sontone, memorias de una vida en aislamiento, libro publicado por el Ministerio de Cultura y el Instituto de Estudios Peruanos (IEP).

En enero, tuvo la oportunidad de entregarle el libro al Papa Francisco en la visita que hizo a Puerto Maldonado. “Se lo entregué personalmente con mi padre para que lo tenga y pueda leer cuál ha sido el proceso antes, durante y después de su contacto (de mi padre) con la sociedad nacional”. Según Sueyo, tuvo también la oportunidad de explicarle al Papa la importancia que tiene que sean los propios indígenas los que escriban su historia, y que para eso la Iglesia debe brindar su apoyo. “Entonces, en eso hemos quedado (con el Papa), y no me dijo ni sí ni no, pero sí escuchó, lo bueno es que escucha bastante”.

Héctor Sueyo es originario de la comunidad de Shintuya, actualmente vive en la comunidad de Boca Inambari, cerca de Puerto Maldonado. Siente orgullo del libro que ha publicado y reconoce que esto hubiese sido más difícil si no fuese porque tuvo un cargo como funcionario, ventaja que otros hermanos indígenas no tienen. Sueyo estuvo a inicios de setiembre en Lima para la primera asamblea territorial que se realizó en el Perú con miras al Sínodo de la Amazonía, que se desarrollará en octubre del próximo año.

-En una de las intervenciones que tuvo en la plenaria final de la asamblea, usted criticó que no exista un trabajo serio de la Iglesia por incluir en sus prácticas los saberes ancestrales de los pueblos indígenas, ¿puede ahondar en este punto?

En mi formación de sociólogo tengo la experiencia de haber compartido (charla) con sabios harakbut, como mi propio abuelo, que falleció y tenía mucho conocimiento de sus saberes ancestrales. Pero no lo recopilamos, no lo plasmamos en un documento. Entonces yo me dije: antes de que muera mi papá voy a hacerlo, y se hizo y se publicó. Entonces, la Iglesia que quiere tener rostro amazónico o rostro indígena debe tener el componente cultural fuerte, el componente cultural que sea la matriz o la columna vertebral para así moldear a la Iglesia católica. Si no lo tenemos presente, si no lo tenemos claro, entonces de qué sabiduría ancestral estamos hablando.

Yo quiero que la riqueza cultural sea plasmado en cada vicariato de la Amazonía, que haya ese componente cultural,  así como actores principales indígenas y que ellos mismos recopilen esa información, que ellos sean los autores, con visión desde adentro hacia afuera a la Iglesia. Los que son occidentales ya saben cómo es desde afuera hacia adentro, tienen que enseñarles tal cosa y tal cosa. Pero ellos (los indígenas) también dicen que cuando algún foráneo va y dicen que el que viene de fuera tampoco entiende mi cultura. Por lo tanto, hay un choque, hay chispas ahí, entonces ninguno se entiende. La Iglesia católica como tal, moderna, no lo entiende a la religión indígena y la religión indígena a la religión católica. Entonces, para que haya esa articulación, ese nexo, esa analogía, tienen que entenderse ambos. Para ello están llamados los jóvenes, los profesores, los investigadores, los líderes, los dirigentes, los profesionales indígenas, quienes deben recopilar información de sus sabios y de sus sabias. Eso para mí es un nuevo renacer de la importancia de revalorar o rescatar lo que se ha perdido: la identidad cultural regional, los saberes ancestrales, todo el componente de patrimonio cultural inmaterial. Una parte ha avanzado el Estado, es cierto, que se llama Educación Intercultural Bilingüe. La lengua está bien, pero falta mucho más.

-¿Usted reconoce alguna experiencia positiva en la recopilación de esta información sobre saberes ancestrales?

Bueno, el CAAAP tiene alguna iniciativa de haber recopilado información, no necesariamente de los indígenas a través de los indígenas, sino a través de investigadores de universidades públicas o privadas a los que ha publicado textos sobre los pueblos Asháninka, Shipibo, Awajún-Wampis, Machiguenga, Yine, etc. Pero ahora no hay, no hay ese componente de fondo editorial. Yo creo que hay que buscar apoyos para trabajar en alianza estratégica con las comunidades directamente, con los portadores de esos saberes ancestrales.

En la imagen, de camisa celeste, ‘Sontone’ (Antonio Sueyo Irangua), padre de Héctor Sueyo. Año 2017, luego de la presentación de la primera edición del libro Soy Sontone, memorias de una vida en aislamiento, en el Ministerio de Cultura de Lima. Foto: CAAAP

-En su intervención de hace un momento también se refirió al trabajo que tendrían que hacer las organizaciones indígenas, ¿en qué consistiría ese trabajo?   

Sí, conversé con algunos dirigentes a nivel regional y local, y les dije: hermano, por qué no tienes un área, así como tienes un área de territorio, titulación, área de salud, de educación, por qué no tienes un área de cultura o de rescate cultural o de identidad cultural indígena para que desde ahí se hable y se plasmen todas las sabidurías; y evitar el robo de propiedades intelectuales o la mezcla de cosmovisiones. El mismo indígena, o sea, los protagonistas, deben ser los autores de los libros sobre ellos, deben ser los jóvenes (indígenas), los hijos de los sabios o parientes de los sabios.

-El 2017 y este año han habido encuentros sobre investigación colaborativa, ocurrió en NOPOKI (sede intercultural de la Universidad Católica Sedes Sapientiae en Atalaya-Ucayali), donde se presentaron investigaciones realizadas por investigadores extranjeros o no indígenas con investigadores de los propios pueblos indígenas, ¿siente que este sea un buen camino para la investigación? 

No estaba enterado de este evento. Lo ideal es que sean los propios indígenas los que publiquen, pero muchas veces la metodología de investigación tiene un esquema de científicos de cómo debe ser, etc.; y hay unos parámetros y para ello la copublicación entre un investigador nacional y extranjero con un indígena, me parece muy bien, un camino porque ya hay antecedentes en otros países.

-¿Cómo fue encontrar apoyo y un espacio para publicar su libro?

Bueno, para poder publicarlo ha sido todo un tema. Porque uno: para poder publicar hay que tener un buen apellido. Si tú tienes un apellido como Sueyo Yumbuyo o un apellido indígena, normalmente en el Perú no podrías publicar. Publican a los que vienen de universidades prestigiosas, mas no a hermanos indígenas porque todavía hay esa barrera, ese prejuicio de que el indígena no tiene credibilidad porque no ha salido de una universidad como Stanford, Harvard u Oxford. Pero pasa que los investigadores de estas universidades, ellos tienen (llegan) a los sabios (indígenas) a través de intérpretes (indígenas).

Entonces logré gracias a Dios, gracias a mi esfuerzo, poder publicar con el Ministerio de Cultura y USAID, esa fue la primera edición; y la segunda edición fue con el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y con el Ministerio de Cultura. Entonces, por ahí, como exfuncionario que soy ahora, eso facilitó para yo poder plasmarlo en un documento.

-Finalmente, volviendo al papel de la Iglesia en la Amazonía, ¿qué cambios o acciones considera que esta debe impulsar?, ¿con qué iglesia sueña usted?

Ahora con la visita del Papa, en enero de 2018, ha significado de que sí, hay que promover el tema de la pastoral indígena, cosa que no estaba presente, cosa que no se hablaba. Hay que acuñar términos más simples, que no generen confusión, que sean más digeribles; que no se hablen de ministerios, por ejemplo, que puede generar confusión. Entonces es trabajar más en la pastoral indígena si queremos construir una iglesia con rostro amazónico o rostro indígena.