Iglesia de Jaén sale a la carretera en apoyo a los caminantes

 

Junto con los migrantes awajún y wampís, la COVID-19 llegó a Condorcanqui, donde ayer se oficializaron los tres primeros casos. En el recorrido hasta la selva hay amigos, como los sacerdotes Dennys Gonzáles o Iván Pinedo, que salen al encuentro de la gente respondiendo a su misión: dar de beber al sediento y dar de comer al hambriento. En los últimos días han sido cientos de rostros amazónicos que han conmovido y agradecido la ayuda brindada. Aunque la llegada de personas parece disminuir, la labor continúa

Por: Beatriz García Blasco – CAAAP

El director de la Red de Salud de Condorcanqui, Carlos Coronel, daba ayer 4 de mayo la noticia que nadie quería escuchar: “Existen tres casos de COVID-19 en Condorcanqui”. Tres jóvenes awajún, de esos que caminaron durante días desde Chiclayo y Lima para regresar a sus comunidades, habrían dado positivo a las pruebas rápidas. A pesar de la decisión casi unánime de cerrar las puertas a todos, incluidos hijos o hermanos, las comunidades awajún y wampís de Condorcanqui no han podido dar la espalda a quienes, tras largos días de tránsito, ya estaban ahí. Esta noticia tiñe en rojo, sobre el mapa del COVID-19, una provincia que a la fecha se había mantenido libre de la pandemia pero que, a partir de ahora, deberá afrontarla aplicando rigurosamente las normas de bioseguridad e higiene que eviten el contagio comunitario masivo.

Aunque muchos ya están en los ríos, el regreso a casa de decenas de jóvenes awajún y wampís, así como de otros rostros oriundos de la región Cajamarca y Amazonas, pasó y continúa transitando por el asfalto de Pucará. Desde Chiclayo, este distrito es el ingreso hacia varios destinos como Jaén, San Ignacio, Bagua, Chota o Cutervo. Hace unos días por Pucará pasó una joven madre con dos gemelitos en sus brazos. “Tenían apenas una o dos semanas de nacido”, cuenta el sacerdote Dennys Gonzáles. Hace una semana, ante la avalancha de caminantes en durísimas condiciones, la parroquia de Pucará se organizó. A pie de carretera, se han repartido durante varios días entre 400 a 500 cenas diarias. A niños, jóvenes que llegaban con ampollas en sus pies tras muchas horas de recorrido, e incluso madres gestantes.

Son imágenes que al Padre Dennys no se le olvidarán jamás. Con la movilidad de la parroquia, han manejado, de día y de noche, más de una hora en busca de caminantes, algunos varados, a los que han jalado hasta el siguiente enlace. “Algunos llevaban casi 15 días de camino, venían desde Lima”, cuenta. Hace dos días llegó hasta Hualapampa, donde encontró gente sin comer y que, además, eran humillados. “Por temor al contagio los vecinos de la zona no les daban ni un vaso de agua”, explica el religioso del Vicariato Apostólico de Jaén, “pero nosotros como Iglesia estamos llamados a acompañar en las situaciones más difíciles”. Poco antes de esta llamada el padre Dennys recibe una noticia, aún por confirmar. Parece que una persona habría muerto, posiblemente de infarto, a pie de carretera. “Anoche nos pasaron la voz de que había gente cerca, salimos con el carro pero no ubicamos a nadie”, explica.

Control de Corral Quemado, en la mañana del 5 de mayo. Foto: Parroquia de Jaén

Control de Corral Quemado, en la mañana del 5 de mayo. Foto: Parroquia de Jaén