Susana Espinosa: “conocer el ser y estar en la Amazonía como Iglesia, favorece una acción Pastoral conjunta desde los gritos del territorio”

Conocer la realidad es un elemento fundamental para llevar a cabo cualquier trabajo, también para evangelizar. En los últimos tres años, la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, ha llevado a cabo , mediante un detallado cuestionario, un trabajo de mapeo que permitiese conocer los diferentes elementos de la realidad.

 

Al frente de ese trabajo ha estado Susana Espinosa Soto, que forma parte del equipo de la Secretaría de la REPAM. Esos elementos “orientan sobre la manera de ser y estar en la Amazonía como Iglesia”, según Susana, que señala como una de las dificultades enfrentadas, “el hecho de que la Iglesia no está acostumbrada a trabajar con datos”. Esto tiene como consecuencia “una ambigüedad que deja sin respuestas a las demandas más grandes, a los gritos de la población en el ámbito de los derechos, de la crisis socio ambiental”.

El trabajo llevado a cabo, ha pretendido “hacer conciencia colectiva sobre la crisis socio ambiental que se vive en la Amazonía”, afirma Susana Espinosa, así como de los pueblos indígenas, de quienes destaca “su importancia no sólo simbólica, sino desde las amenazas concretas y el valor de cada cultura, de sus lenguas”. Esto, desde lo que aporta Querida Amazonía, puede hacer posible “tener el atrevimiento de soñar que las cosas sean de una manera distinta”.

 

Una de las labores llevadas a cabo por la Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM, ha sido lo que se ha llamado el mapeo de la región. ¿Qué es lo que ha supuesto ese trabajo llevado a cabo?

Fueron tres años en los que hicimos una revisión de todo lo que había sido una necesidad para el proceso de la red. En primer lugar, era necesario priorizar todos los temas que los miembros de la red, cada eje, tenía como prioridad preguntar al territorio, y eso se organizó en un cuestionario. Ese cuestionario fue enviado a cada una de las 97 jurisdicciones eclesiásticas que conforman la Panamazonía. Con el pasar del tiempo se aumentaron seis jurisdicciones más a este proceso, a toda la región Panamazónica, y la idea era, justamente, identificar esos elementos de la realidad, los que nos orientan sobre la manera de ser y estar en la Amazonía como Iglesia, para favorecer una respuesta conjunta a una acción Pastoral conjunta en la región, muy articulada a los gritos del territorio, como los que nos orientan en la acción pastoral.

 

¿Cuáles son las dificultades que se han experimentado para llevar a cabo un trabajo que supone mucho esfuerzo, sobretodo en una región en que no es fácil llegar y conocer la realidad, como es la Panamazonía?

Hay varias. En primer lugar, creo que sí fue una dificultad el hecho de que la Iglesia no está acostumbrada a trabajar con datos, en un estilo de investigación o estadístico. Y eso provocó, en cierto sentido, una dificultad de comprender todo el potencial que este proceso podría llevar. Necesitamos mucho tiempo para que las jurisdicciones puedan comprender las posibilidades que se abrirían en su propio proceso en el momento de participar en el mapeo. Como cualquier otra acción de la de la red, no quisimos que fuera algo a suceder externamente en las jurisdicciones, sino que fueran ellos partícipes de este proceso, gestores de su propia información.

Generar esta necesidad de dialogar con datos para reflexionar sobre su acción pastoral, sobre su realidad, creo que ha sido una de las principales dificultades. Fue un proceso muy extenso, hubo dificultades de todo tipo, hubo ciertos lugares en los que no se pudo realizar un levantamiento de información a profundidad, tal vez por falta de acceso a la información, o por falta de interés en el proceso. Lamentablemente, la falta de interés ya nos reflejó un problema más estructural, de la falta de diálogo de la esfera social y ambiental con la esfera pastoral.

Son dos tipos de dificultades, la una desde la postura de no estar de acuerdo con que la realidad social determine la acción pastoral, y la otra que tiene que ver con el pensamiento de no poder asumir todos los desafíos del territorio, al ser una Iglesia sumamente frágil, con muy pocos sacerdotes o religiosas, sabiendo que hay muchas dificultades de cómo hacer en el día a día su misión. Creo que esas fueron, en general, las dificultades, que no tendrían relación con las dificultades en el ámbito técnico del procesamiento de la información, esas son un capítulo distinto.

 

¿Por qué esos miedos en algunos espacios eclesiales? ¿Realmente son justificables esos miedos?

Yo creo que es el resultado de un proceso que tiene décadas, de haber sufrido rupturas en el interior de sus comunidades. Haber tenido misioneros pertenecientes a un lineamiento teológico, que en algún momento se rechazó desde las esferas más altas de poder, que hizo que quienes llegaron luego a esas jurisdicciones, a establecer un espacio de convivencia más pacífico, ya no quisieran inmiscuirse más en temas que pudiesen polarizar a sus misioneros o a sus equipos pastorales.

En general, al no querer posicionarse políticamente, al no querer hacer esta opción, se genera una ambigüedad que deja sin respuestas a las demandas más grandes, a los gritos de la población en el ámbito de los derechos, de la crisis socio ambiental. Se nota mucho que en los lugares que hay ese tipo de resistencias es porque en la historia ha habido rupturas importantes en cuanto a la comprensión de la realidad social, y actualmente las demandas sociales también son muy graves. En cierto sentido, es una Iglesia que se siente muy pequeña frente a ellos, no sabe qué puede hacer para hacer frente a estas amenazas.

 

Los participantes de la Asamblea Sinodal tuvieron en sus manos un primer material elaborado a partir de este trabajo de mapeo. ¿Cuáles han sido las reacciones por parte de los obispos y de quienes participaron en la asamblea sinodal sobre ese material?

Hubo un grupo de gente que no sabía nada de este proceso, se sorprendieron mucho de encontrarse con un producto así, siendo la misma Iglesia la gestora, la fuente de la información. Eso, sin duda fue favorable, pues no era alguien más hablando sobre su realidad, sino que era la propia Iglesia, exponiendo su propia versión de la realidad de la Amazonía de una manera pública. No puedo decir que todos los participantes se posicionaron frente al material, pero sin duda sí fue utilizado, sobre todo en el trabajo de los grupos.

Ese espacio, como tenían más tiempo de trabajo, permitió que ellos pudieran analizar temas de manera específica. Hubo ciertos casos que pidieron un poco más de información, un poco más de explicaciones, lo que fue muy positivo. Pero debo decir también que no fueron los obispos amazónicos los que se preocuparon de profundizar en esa información, sino que fueron aquellos actores de la asamblea sinodal que no eran obispos, o sea, los expertos, las mujeres, este apoyo más externo al cuerpo de los obispos.

En el caso de los obispos amazónicos es un poco difícil, pues ellos, al estar, en la mayoría de los casos, tantos años en la Amazonía, tienen un conocimiento de su realidad local a mayor profundad, y pueden ver estos productos como un documento más, cuando no ha existido suficiente involucramiento en el proceso. En general, es complicado que personas con esta experiencia, vean su conexión con la región entera, la manera en que dialoga la realidad local con la realidad regional. Por eso, el aporte con la inquietud de los especialistas y expertos durante el Sínodo propició un análisis más detallado de la información ofrecida en el Atlas Panamazónico.

En el trabajo interno de la red, nos queda muchísimo por hacer para volver a este punto, que fue una gran dificultad en el inicio, que es cómo los datos propios dialogan con la actividad cotidiana de la Iglesia. Esa tarea es una invitación de un proceso sostenido en el tiempo. Hay mucho por hacer en el corto, mediano y largo plazo. Va a exigir mucho de los actores que han estado involucrados en todo el proceso de mapeo, para que tanto los obispos, como sus equipos pastorales, logren ver cómo esta herramienta funciona en conjunto con sus actividades cotidianas.

 

¿En qué elementos ha pretendido incidir este trabajo de mapeo?

Una de las líneas más importantes es hacer conciencia colectiva sobre la crisis socio ambiental que se vive en la Amazonía. Que no sea ajeno a lo que concebimos como realidad lo que sucede con la explotación de los recursos, con la presencia de los intereses transnacionales en los territorios. En general, es como tener una fotografía, en la que los actores están bien posicionados, y un mapa en el que se puede entender la importancia del rol de la Iglesia en el acompañamiento de la vida cotidiana en el territorio.

Una vez que nos planteamos desde el inicio que teníamos que hacer conciencia colectiva sobre este tema, aparecieron otros actores relacionados con este tema principal. Se hizo un énfasis en la presencia de actores de la sociedad civil, que son potenciales colaboradores, aliados de las iglesias locales. También se profundizó, lo que se pudo, en el tema de pueblos indígenas para que se tenga una noción más concreta de lo que significa un territorio, su importancia no sólo simbólica, sino desde las amenazas concretas y el valor de cada cultura, de sus lenguas en la vida de la región.

Profundizar en la crisis socio ambiental, hacer conciencia de ella para enfrentarla, la diversidad cultural, todos sus desafíos y quiénes son esos actores que pueden ser aliados para la acción pastoral.

 

¿Cómo todos estos datos pueden ayudar en el proceso postsinodal y en el trabajo futuro de la Iglesia en la Amazonía?

La Exhortación Querida Amazonía nos lanza a ver el territorio con una mirada que nos invita a soñar con un territorio que pueda vivir de una forma diferente. El mapeo, este gran proceso de ver desde el espejo de la realidad, es tener algo más concreto que nos refleje esa realidad para, a partir de ella, ponernos metas en conjunto. Sabemos que no todo lo vamos a poder solucionar unos pocos, pero sí podemos tener el atrevimiento de soñar que exista una realidad más justa para quienes habitan este territorio.

Mientras, la Exhortación nos sigue dando esperanza en el territorio, como la voz misma del Papa Francisco, pronunciándose ante lo que sucede actualmente en la Amazonía. También tenemos eso, que la propria Iglesia de la Amazonía ha gestado como información, para a partir de ella plantearnos ese camino, qué debemos hacer de cara a lo que estamos soñando. Son cosas que lógicamente van de la mano y están caminando hacia el mismo objetivo, no solamente ver la realidad, sino involucrarnos, soñar, crear, actuar, caminar hacia esa Iglesia con un rol altamente profético en un territorio que necesita de su acción, de su voz, de su denuncia y del anuncio de la esperanza.

 

Inclusive, desde la REPAM, se ha elaborado un instrumento que puede ayudar para un mayor conocimiento de la realidad amazónica. ¿Qué es lo que contiene ese instrumento y cómo puede ayudar, no solo a la Iglesia de la Amazonía, sino a toda la sociedad, a conocer mejor la realidad amazónica?

Todo el proceso de mapeo produjo una base de datos que nos dio la idea de que podría ser constantemente alimentada y actualizada para ser siempre un espejo de la realidad de la Amazonía. Creamos un Sistema de Información de la Realidad Eclesial de la Panamazonía que se llama SIREPAM. En esta plataforma, nosotros planteamos los datos del mapeo en distintos niveles: jurisdicciones eclesiásticas, que es nuestro núcleo básico, luego los países y luego la Panamazonía. Cada uno de esos niveles contiene todos los temas que fueron mapeados, para tener así una herramienta de acceso directo a la información que está levantada.

La fase siguiente del SIREPAM es la que nos va a permitir que cada jurisdicción eclesiástica pueda actualizar su información libremente, que siempre que pueda, lo haga, y se fomente este diálogo con información. Esto, definitivamente, va a servir no solo para los actores que ya están presentes en el territorio, sino para quienes tengan el deseo de acercarse y de tener una impresión de lo que este actor, tan importante para el territorio, tiene para decir sobre la Amazonía.

En un mundo que nos invita a hablar más lenguajes digitales era importante dialogar con una herramienta de este tipo. Lo hacemos no solo pensando en las futuras generaciones sino en quienes actualmente ocupan roles de toma de decisiones dentro de la Iglesia, y claro fuera de ella también. Nosotros reconocemos que hay una gran diversidad de actores que hacen investigación científica sobre distintos temas de la vida en la Amazonía. Son, sin duda, organizaciones que han aportado significativamente al debate mundial sobre nuestra región. Por ello, no hemos querido volver a hacer el trabajo que ya está hecho, sino aportar desde lo que no existía hasta entonces, un sistema de información propio de la Iglesia en la Amazonía, sobre su compleja y desafiante realidad, con el objetivo de contribuir a la acción pastoral, impulsar procesos de transformación y así también nuestra presencia en el territorio.

Por: Luis Miguel Modino (Religión Digital)

06/04/2020