Garantizar agua de calidad en las comunidades: una misión más de la Iglesia en la Amazonía

 La dificultad de tener agua para beber, agua de calidad en un lugar donde la abundancia de agua es impresionante. Esto ocurre en la región del Alto Solimões, en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú, en el corazón de la Amazonía. En una selva de gran biodiversidad, su riqueza es a menudo saqueada por las potencias económicas extranjeras y también brasileñas.

Por Prensa CELAM

Una región abandonada por el poder público

Es una región con gran presencia indígena, donde el pueblo más numeroso es el de los tikuna. Al mismo tiempo, se trata de una región con el peor Índice de Desarrollo Humano (IDH) y de acceso a los servicios de saneamiento básico de Brasil. En esta región, en el municipio de Santo Antonio do Iça, se encuentra la parroquia de San Antonio de Lisboa, que cuenta con 36 comunidades, la gran mayoría en el interior del municipio, 3 en las orillas del río Solimões y 25 en las del río Iça. Además, hay 27 comunidades de otras iglesias.

Ante la realidad que se vive en las comunidades, desde la parroquia “a todas queremos acompañar en la defensa y promoción de la vida, porque el agua es un bien y un derecho fundamental. El Dios de la Vida no hace diferencias entre las religiones”, según el P. Gabriel Carlotti, que, junto con el P. Gabriel Burani, son misioneros fidei donum en la parroquia. Según los misioneros de la diócesis de Reggio Emilia (Italia), “aunque el bioma amazónico es abundante en recursos hídricos, el acceso al agua potable y de calidad no está garantizado para la mayoría de estas comunidades. Ya sea por la estacionalidad del río, con inundaciones y sequías extremas, o por la mala calidad del agua que se capta sin ningún tratamiento de los ríos, arroyos o pozos”.

Educar para el cuidado del agua

Una alternativa utilizada por las comunidades es la captación de agua de lluvia, proyecto en el que colabora la parroquia de San Antonio de Lisboa, que ofrece a las comunidades reservatorios de polietileno con capacidad de 500 litros para permitir la captación de agua de lluvia. Según los misioneros, “somos conscientes de que esto no resuelve todos los problemas, también hay que educar en la recogida, tratamiento y conservación del agua de lluvia para que no se contamine”.

Al mismo tiempo, denuncian que “los poderes públicos estarían en condiciones de dar una mejor solución al problema de la falta de agua de buena calidad, pero, por desgracia, a menudo falta voluntad política“. Junto a esto, afirman que “hoy en día una política a favor de la vida es más difícil de ver en nuestro país“. En la Amazonía, “la deforestación ha aumentado en favor de la tala, la ganadería y la agroindustria. Con el aumento de las minas ilegales de oro y diamantes, sin ningún control por parte de los organismos competentes, también se están destruyendo zonas aún no contaminadas de nuestra región. Esperando tiempos mejores, nuestra gente está enfermando y muriendo“, dicen los misioneros.

Evitar enfermedades

Este proyecto nació de la situación en la que vive la gente. Según el P. Gabriel Carlotti, “nuestra atención a la calidad del agua fue provocada por un encuentro que tuvo lugar durante una visita a la comunidad de San Pedro, en el río Içá, a 180 km de la sede del municipio. Llegamos a la hora prevista para la celebración, pero no había nadie en el lugar. Preguntamos si las familias lo sabían y nos contestaron: ‘Sí, padre, el cacique avisó a todos, pero tenemos muchos enfermos en la comunidad, con fiebre alta y diarrea’“.

Ante la situación, el sacerdote preguntó por la causa, y llegó a la conclusión de que el origen debía ser el hecho de beber agua del río, porque en la comunidad no hay ningún arroyo de donde sacar agua. La gente bebía agua sin ningún tratamiento con hipoclorito, debido a la falta de un agente sanitario. Esto llevó a los misioneros a buscar ayuda para adquirir reservatorios de 500 litros para recoger el agua de lluvia. Ya se han distribuido 150 y cada mes se llevan 40 más en el barco de la parroquia.

Enseñar a pescar y no solo dar el pez

Junto con los reservatorios, en un intento de llamar la atención sobre los peligros que puede acarrear el consumo de agua contaminada, la parroquia ha preparado también un folleto que orienta sobre la importancia de cuidar el depósito de agua, los canalones, los contenedores y el agua misma para evitar enfermedades. El folleto explica con texto y dibujos cómo saber cuándo el agua está contaminada y los pasos que hay que dar para instalar y mantener los depósitos de agua, el tejado y los canalones. El folleto informa sobre diferentes métodos para hacer que el agua sea potable. También informa sobre las enfermedades causadas por el agua contaminada, los remedios caseros y las medidas importantes para prevenir la enfermedad.

Según los misioneros, “somos conscientes de que ‘mejor que dar un pez, es enseñar a pescar’, así que confiamos en que la gratificación de haber recibido un depósito de 500 litros para la captación de agua de lluvia, les despierte para cuidar el agua y que no se contamine.  La instalación del reservatorio y los canalones del tejado se dejan al cuidado de cada familia. Sabemos que no todo el mundo lo va a hacer, pero hemos optado por arriesgarnos, responsabilizando a la gente y pidiendo la colaboración de los que se van a beneficiar“.

Los misioneros afirman que tienen otra esperanza: “contagiar a los poderes públicos para que mejoren la sanidad, el saneamiento básico y el tratamiento del agua potable“. Su inspiración está en Francisco de Asís, recordando lo que solía decir a sus compañeros: “Trabajemos, aún no hemos hecho nada…“.