La Pascua en la Querida Amazonía

En la Vigilia Pascual, contemplamos tres importantes pasajes de la historia de la salvación que son inspiración para vivir los sueños del Papa Francisco para la Querida Amazonía.

Por Julio Caldeira, imc

Partiendo de la inspiración de que la palabra Pascua, del hebreo “pesah”, significa paso, avanzar, nos viene a la mente la propuesta de seguir el camino hacia la conversión integral, como es el sueño de Dios para la humanidad. En las lecturas de la Vigilia Pascual, contemplamos tres importantes pasajes (pascuas) de la historia de la salvación, lo que nos lleva a fortalecer los sueños del Papa Francisco para nuestra Querida Amazonía.

PASCUA DE LA CREACIÓN (GN 1,1-31) – DEL CAOS, DIOS CREÓ TODO

Esta “primera” Pascua nos hace ver que de la nada, del vacío, se creó todo. Dios crea, pone orden en todo y nos llama, como hombres y mujeres, a cuidar de la Casa Común, de toda la creación que había hecho y que vio que “era muy buena”; entre ellas está la Querida Amazonía. Deteniéndonos en la parte final del primer capítulo del Génesis (1,19-31), después de crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, vemos que Dios los bendijo y les dio todos los seres creados: peces, aves, animales, plantas, árboles y vegetales para alimentarse.

Para realizar este proyecto de Dios, el Papa Francisco nos recuerda que “la Querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio” (QA, 1). Al reflexionar sobre esta realidad, nos vienen muchos elementos para soñar con el proyecto de Dios de una Iglesia encarnada de forma original en la Amazonia, tanto en la predicación, como en la espiritualidad y las estructuras.

El Papa Francisco en la Amazonía peruana en 2018 – Foto: Miguel Arreátegui

El Papa expresa cuatro sueños que le inspira la Amazonia a nivel social, ecológico, cultural y eclesial:

Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida. Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana. Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas. Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” (QA, 7).

Estos sueños nos hacen ver que tenemos mucho que trabajar para construir el mundo “bueno” que Dios sueña para todos los seres que habitan este planeta. ¿Por dónde empezar?

PASCUA DE LA LIBERACIÓN (ÉXODO 14,15-15,1) – DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Dios nos hizo para ser libres y para que tengamos vida en abundancia. Ahí radica su preocupación por liberar a su pueblo de la esclavitud. Pero, desgraciadamente, como en el pasado, muchos confunden la libertad con el libertinaje, que es precisamente la extrapolación de los límites de la libertad, la irresponsabilidad que perjudica a uno mismo y a otras personas, el actuar sin moderación y sin preocuparse de las consecuencias que su comportamiento puede tener para si mismo, para otras personas y para el mundo entero.

Y así es como muchos vuelven a ser esclavos de los vicios (drogas, bebidas, pornografía, mentiras, corrupción, internet y redes sociales, juegos, etc.). Además, hay personas que se convierten en esclavos de los bienes materiales y de la acumulación sólo para sí mismos: su única preocupación es tener. En este mundo hay muchas cosas que nos engañan, vamos detrás de ellas y dejamos la voluntad de Dios en segundo lugar.

Para reflexionar sobre la esclavitud de hoy, es muy acertada la famosa frase de San Pablo (1 Cor 6,12): “Puedo hacer todo lo que quiera, pero no todo me conviene; puedo hacer todo lo que quiera, pero no dejaré que nada me convierta en esclavo” (1 Cor 6,12). Tenemos la capacidad de hacer muchas cosas, pero ni todas son buenas; en esto estamos llamados a pensar en las consecuencias de nuestras palabras y acciones antes de practicarlas.

Vista aérea de una gran zona quemada en Rondonia, Brasil. Foto: Victor Moriyama – Greenpeace

También en nuestra Amada Amazonía, fruto del pecado y egoísmo, vemos muchas situaciones de injusticia y crimen, como los movimientos migratorios hacia las periferias de las ciudades que provocan las peores formas de esclavitud, sometimiento y miseria, y que hace crecer la xenofobia, la explotación sexual y el tráfico de personas (cf. QA, 10), la explotación desordenada de la tierra que lleva a la devastación de la selva, los incendios, el agronegocio, minería y los proyectos hidroeléctricos, y aquí podríamos enumerar muchas otras situaciones que causan grandes dramas a la población (cf. QA, 12).

Ante esta situación “es necesario indignarse, como se indignaba
Moisés (cf. Ex 11,8), como se indignaba Jesús (cf. Mc 3,5), como Dios se indigna ante la injusticia (cf. Am 2,4-8; 5,7-12; Sal 106,40). No es sano que nos habituemos al mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social mientras una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región
” (QA, 15).

No debemos perder el sentido comunitario y del diálogo social para encontrar la comunión y luchar juntos para construir el Reinado de Dios, que es un proyecto de liberación integral.

PASCUA DE LA RESURRECCIÓN (NUEVO TESTAMENTO) – DE LA MUERTE A LA VIDA

Jesús venció aquella realidad que para muchos, incluidos muchos de nosotros, parece imposible: la muerte. Vemos en los relatos del Nuevo Testamento que Jesús, el crucificado y muerto, ¡fue resucitado por Dios! Ese es el punto que da sentido a nuestra vida y a nuestra fe.

É el encuentro con Jesús resucitado es lo que mantiene viva la esperanza de los primeros discípulos, al igual que en nuestros días, en los que tenemos la esperanza de días mejores. Con ello estamos llamados, como discípulos y misioneros de Jesús, a estar plenamente con Dios en todo momento: en las alegrías y en las penas, en la muerte y en la vida, en los dolores y en las victorias.

Vía Crucis por las calles de Roma en octubre de 2019 – Foto: Jaime C. Patias imc
“A todos los cristianos nos une la fe en Dios, el Padre que nos da la vida y nos ama tanto. Nos une la fe en Jesucristo, el único Redentor, que nos liberó con su bendita sangre y con su resurrección gloriosa. Nos une el deseo de su Palabra que guía nuestros pasos. Nos une el fuego del Espíritu que nos impulsa a la misión. Nos une el mandamiento nuevo que Jesús nos dejó, la búsqueda de una civilización del amor, la pasión por el Reino que el Señor nos llama a construir con Él. Nos une la lucha por la paz y la justicia. Nos une la convicción de que no todo se termina en esta vida, sino que estamos llamados a la fiesta celestial donde Dios secará todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos por los que sufren” (QA, 109).

Realmente tenemos muchas “luchas y sueños” que nos animan a vivir unidos en comunidad y a seguir construyendo un mundo mejor, fortalecidos por la Buena Noticia de la resurrección que todos esperamos.

No debo guardar el Evangelio sólo para mí, de forma egoísta e intimista, sino que debo anunciar las maravillas que Dios realiza en nuestras vidas, comunidades y sociedad, y unir fuerzas para vencer los proyectos de muerte provocados por las “pandemias” que vivimos actualmente y que causan miseria y muerte (el coronavirus, la corrupción, las desigualdades, la destrucción de la Casa Común, la indiferencia, el “uso del nombre de Dios en vano”, la omisión, etc.).

“Cristo redimió al ser humano entero y quiere recomponer en cada uno su capacidad de relación con los otros. El Evangelio propone la caridad divina que brota del Corazón de Cristo y que genera una búsqueda de justicia que es inseparablemente un canto de fraternidad y de solidaridad, un estímulo para la cultura del encuentro” (QA, 22).

Dejemos de lado el pesimismo y demostremos que, manteniéndonos firmes en la esperanza y en el camino, lograremos construir ese mundo mejor para todos, el “buen vivir” que anhelan los pueblos de la Amazonia (y del mundo entero). Los que estamos en el camino , y los que nos encontramos en él (cf. Lc 24, 13-35), somos llamados a unir fuerzas, a caminar juntos en este gran proyecto del Reino de Dios.

¡Jesús resucitó y quiere que tengamos vida en abundancia! Agradezcamos a Dios y reforcemos nuestro compromiso con Jesús resucitado. ¡No tengamos miedo! Jesús ha resucitado, ¡aleluya!

* P. Julio Caldeira es misionero de la Consolata y coordinador de comunicaciones de la REPAM

Foto inicial: Atardecer en la frontera entre Ecuador y Colombia – Foto: Julio Caldeira imc

04/04/2021